Vestida de silencios y de calma, su frágil silueta llena de ilusiones canta sus alegrías y espera el cuerpo de su hombre enamorado.
Corren los minutos apresurados, crecen los latidos de su corazón, descorre la cortina una y otra vez y, los pasos del amor no escucha, la puerta inmóvil se encuentra. Su figura no aparece.
¡Oh! Mujer que a su suerte se abandona, una y mil lágrimas caen sobre el tímido pañuelo apretado entre sus blancas manos, único testigo de la cita incumplida, señal del amor perdido.
Hoy su alcoba se viste de luto, su amor lo guarda en silencio; sus pálidos muslos entristecieron y un lirio místico engendró su alma.