miércoles, 29 de febrero de 2012

La siesta

 
En la vida existen varias formas de disfrutar: del sol, del aire que respiramos, de la naturaleza, del comer, del dormir, pero...: la siesta es un invento fuera de serie. Mejora la salud en general, la circulación sanguínea y además favorece mucho a la memoria.
Es imprescindible para los niños menores de cinco años y para los adultos siempre es recomendable pero corta, alrededor de veinte a treinta minutos.
En las reglas de San Benito se incluían las normas de guardar reposo y silencio en la “sexta hora” y de aquí proviene la “hora sexta latina“, es decir del mediodía, que normalmente es el momento de más calor.
También surgió la palabra “sextear” que después se deformó en “hacer la siesta”. En el refranero español existe uno que dice: “Si quieres matar al fraile, quítale la siesta y dale de comer tarde”.
Yo, siempre que he podido, he disfrutado de la siesta. Siendo estudiante me bastaba con poner las manos en un libro y apoyar la cabeza sobre las manos, diez o quince minutos.
Cuando trabajaba, disponíamos de una hora para ir al restaurante, manducar y volver. No era posible la siesta así que sólo podía echarla los fines de semana.
Ahora, de jubilado: “ancha es Castilla” y considero esta ocupación como una obligación de rigor e incluso a veces hago caso a Camilo José Cela, que decía de la siesta que había que hacerla “con pijama, Padrenuestro y orinal”.
Todos los días son buenos para gozar de una buena siesta:
-Si el día es soleado y caluroso, después de una buena comida, nada mejor que dejarse caer en la cama de una habitación fresquita y reconfortante.
-Que el día es oscuro, lluvioso y frío, con una buena manta el “sextear” es acogedor.
-Cuando el día ni es bueno ni malo: la mente está más sosegada, mejor todavía.
Dormir la siesta es una buena y sana costumbre de los españoles.¡Un inventazo! ¡Vivamos y gocemos de ella!.