viernes, 10 de junio de 2011

No me dejes en la soledad


Las persianas cerradas,
sin rendijas aparentes,
los muros enfrentados,
los balcones salientes
con dolorosos equilibrios
tratando de buscar
una posición segura.
El viejo rechinar
de maderas carcomidas
que intentan contar sin éxito
una historia interminable.
La silla recostada
en la angustiada pared,
losa de contención
de tristes lamentos.
Todo aparenta armonía,
todo, menos tus besos,
que volaron despavoridos
hacia otro corner,
posándose en la corbata
de un muñeco de cera.

No me dejes en la soledad.

Y si no regresas,
¡derrumba los espacios!
que fueron nuestros
en aquel tiempo pasado.