Trabajar con la tierra implica tener paciencia para esperar tranquilamente el momento en el que las cosas surjan.
Los bosques, las selvas, las playas o los desiertos no se formaron en un día; el crecimiento requiere de tiempo, constancia y perseverancia.
Cuando armonizamos el elemento tierra en nuestro interior estamos creando un espacio fértil, pacífico, seguro y nutrición en nuestra alma.
Es un oasis en medio de la confusión, la rapidez y las exigencias de la vida actual; un lugar al cual poder acudir cada vez que necesitemos un poco de seguridad, alimento y estabilidad.