Hoy afino mi requinto
porque les quiero cantar
a mis queridas veredas,
veredas de mi soñar;
donde brillan las estrellas
se oyen las ranas croar,
donde se duerme temprano
porque toca madrugar.
Madrugar con el arado
la pala o el azadón
aunque duelan las costillas
y andemos con un bordón;
donde cantan los turpiales
las palomas y el gorrión,
acompañando los sones
sones de mi corazón.
Por allá en esas veredas
hay músicos por doquier
que cantan canciones viejas
las que fueron del ayer;
al compás de un torbellino
se pasa el tiempo mejor,
se disimulan las penas
y se mitiga el dolor.
Se baja el domingo a misa
o al mercado a recatear
y después de los negocios
el tronche hay que celebrar;
con requintos y guitarras
se ameniza la reunión,
y uno que otro guarapito
nos alegra el corazón.