el cuerpo se adormece,
el corazón se va...,
buscando, en la quietud del alba,
amar y ser amado,
con el alma serena, la razón en paz.
Vuelve tu imagen olvidada
cabalgando en blanco corcel,
vuelve...,
atropellando la calma del atardecer.
Atras, muy atrás,
en la prehistoria de los recuerdos,
aquel reventar de amores,
cuando tocaba la Luna con las manos,
el sol tenía a mis pies.
Este cuerpo adormecido
hoy baja a la pradera
de los verdes campos,
de la batiente hierba,
lejos del enhiesto maizal.
Hoy te volví a ver, llegaste con sigilo,
la mano tendida al árbol de la vida,
a recoger los frutos antes que las aves.
Sin el arrebol de antaño,
llenabas cestos y canastos de verdes inmaduros,
temblonas esperanzas, dudosas ilusiones,
al amparo del frondoso vergel.
Hoy te vi y tuve la certeza,
en cada gesto tuyo, en tu lento caminar,
tuve la certeza de que lo siempre perseguido
lo acababas de encontrar:
Amar y ser amado al filo de la noche,
dormir un sueño eterno,
soñarme a tu lado y nunca despertar