sábado, 22 de septiembre de 2012

Con el otoño




Desde más allá de las altas montañas,
donde los sentidos se tienen a flor de piel,
con los primeros fríos del otoño,
guías mis pasos hacia ti.

Al calor de unos leños encendidos,
nuestros deseos mas profundos,
amenazan con darse a conocer.
¿Quien osará acallarlos?

Pudiera la hora llegar,
y ver en tus ojos la verdad,
más todo seguiría igual,
sería una verdad que no se puede contar.
 

Negar lo evidente sería una maldad,
una que nos destrozaría sin piedad,
pero al volver la vista atrás ,
veremos lo que pudo ser y nunca será.

Como los árboles de hoja caduca,
que al llegar el otoño se despojan de todo su esplendor,
para volver a reverdecer en primavera,
con mayor fuerza y vigor.


Hasta la última estrofa de estos versos,
he guardado celosamente en mi interior,
la palabra mágica por todos conocida,
la que nos hace fuertes o débiles, según se mire.

No es otra que la que nace del corazón ... AMOR

domingo, 16 de septiembre de 2012

La concha de Santiago

¿Por qué los peregrinos llevan una concha de vieira en el bastón?

 
El mito se remonta al momento en que el cuerpo del Apóstol Santiago es trasladado a Galicia por sus discípulos. La casualidad quiso que llegase a Bouzas cuando se estaba celebrando una boda. Entre los cantos y actividades, que tenían lugar, los señores a caballo practicaban un juego que consistía en arrojar sus lanzas al aire y galopar para recogerla antes de que tocase el suelo.
CENICERO CON FORMA DE CONCHA PEREGRINO - VIEIRA DE BRONCE -AÑOS 70 (Otros Coleccionismos - Ceniceros)
El novio, que participaba también en este juego, tuvo la mala suerte de que una vez tirada la lanza, su caballo se adentrase en el mar y se sumergiese. Ante lo cual, los presentes, vieron con asombro como del caballero y su caballo sólo quedaba una estela de espuma brillante que se dirigía hacia una nave que se acercaba a la orilla. Aquella nave era la nave en la que llegaba el cuerpo del Apóstol Santiago. Al fin, salieron el novio y el caballo a la superficie, y todos pudieron contemplar como caballero y montura estaban en perfecto estado y recubiertos de conchas de vieira…
En honor al milagro producido, desde entonces, todo peregrino del Camino de Santiago de Compostela, lleva en su sombrero y en la esclavina de su sayal una concha de vieira.

martes, 11 de septiembre de 2012

La sirena



Westerschouwen fue en tiempos pasados un gran puerto pesquero. Sus naves atravesaban en todas direcciones el mar del Norte y traían ricos cargamentos de pescado. Esto hizo que sus habitantes se volvieran tan soberbios por su gran conocimiento del mar, que frecuentemente solían decir: «Nosotros somos los dueños del mar. ¿En qué parte del mundo se puede encontrar unos pescadores como los de Westerschouwen?»

Un día que un grupo de estos pescadores estaba en sus botes, mar adentro, al sacar las redes encontraron en ellas una hermosa sirena.

- ¡Oh, dejadme escapar, buena gente! - suplicó.

Pero los pescadores, insensibles a los ruegos de la sirena, la metieron en la barca, para llevarla a tierra y enseñarla a la gente de su pueblo.

En el camino se fueron burlando de ella despiadadamente.

- ¡Por favor - repetía la sirena -, dejadme marchar, que yo sabré recompensaros!

Pero por toda respuesta los pescadores reían estrepitosamente de sus ofrecimientos. Entonces una voz desgarradora se dejó oír desde lo profundo del mar.

- ¡Es el tritón! - exclamaron los pescadores, con una risa burlona -. Miradle: allí está flotando, con su pequeño en brazos.

Efectivamente, el tritón surgía del agua con su cabellera verde, como las olas, y con el rostro cobrizo. En brazos llevaba a su hijito. Al verlos, la sirena extendió sus brazos amorosamente hacia ellos.

- ¡Devolvédmela! - gritó el tritón, llorando -. ¡Éramos tan felices con nuestro pequeño! ¿Qué vais a hacer con ella? ¡Morirá en cuanto toque tierra!

Pero los pescadores, sin contestarle, siguieron navegando hacia el puerto.

Una y otra vez el tritón aparecía sobre el agua, mirando con pena a su querida esposa, mientras ella, con los ojos llenos de lágrimas, trataba de contemplarlo a través de la red.

Cuando llegaron a la playa, los pescadores saltaron a tierra. Los esperaban sus mujeres e hijos, con gran alborozo. Entonces, sacando la red, la exhibieron ante todos, para que contemplaran a la sirena, mientras el tritón, en la orilla, extendiendo sus brazos con desesperación, nadaba, gritando:

- ¡Escuchadme, pescadores! Nosotros vivimos en el fondo del mar, en una casita hecha de conchas blancas, azules y doradas, que la sirena y yo hemos ido recogiendo amorosamente. Tenemos un hijito que es nuestra alegría. ¿Vais a permitir que ella muera en tierra? ¡Tened piedad!

Pero los hombres y las mujeres gritaban alegremente, sin hacerle ningún caso, mientras arrastraban a la sirena, encerrada en la red, hasta el faro próximo, donde la abandonaron. Al poco tiempo, la pobre sirena murió.
El tritón, loco de desesperación, trataba de acercarse todo lo que podía al faro, vigilando a su querida esposa, mientras los pescadores se burlaban de él, diciendo:

- ¿En qué puedes tú dañarnos? No posees espadas, ni flechas, ni nada con que hacernos mal.

El tritón no comprendía sus gritos y la dureza de sus corazones; pero tenía el suyo lleno de odio, dolor y venganza. De pronto empezó a hundirse, y de nuevo salía a la superficie transportando algas y arena. Con ellas fue rellenando los fondos de la orilla del mar, y en pocas horas las vías de salida de los barcos del puerto quedaron completamente obstruidas.

Entonces, el tritón, nadando lentamente, se alejó con su niño hacia su casita de conchas azules, blancas y doradas, y nunca más volvió a Westerschouwen.

La arena y las algas, lenta y silenciosamente, iban siendo arrojadas a la playa por la marea, llegando a bloquear el puerto y encallando las embarcaciones que se hallaban en él.

Poco después, las tempestades v el viento empujaban la arena hasta cubrir las casas y las calles de Westerschouwen. Hasta que al fin tan imposible se hizo allí la vida, que los orgullosos pescadores tuvieron que abandonar la ciudad.

Sin embargo, la arena no invadió el faro, donde la sirena había muerto, y las olas, que tenían el color del pelo del tritón, siguieron meciendo dulcemente aquellos lugares.
 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Septiembre


"La felicidad no es contínua,
es encontrar lo que buscas
cuando lo necesitas"
JD.


La habitación entera rueda,

cuerpos levantando vida

buscan lo pleno del encuentro,

liberan el suspiro que el gemido vela,

y una inquieta imagen de la felicidad

les besa los párpados antes de abrir los ojos.

Mi sexo, que maldijo los placeres rutinarios

grita como una uva en septiembre…

y da vino.