domingo, 28 de octubre de 2012

El frasco de la vida



Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un frasco grande de vidrio y procedió a llenarlo con pelotas de golf. Después preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno.

Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.

El profesor cogió una caja llena de perdigones y los vació dentro del bote. Estos llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.

Después el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del bote.

Por supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor preguntó de nuevo si el bote estaba lleno. En esta ocasión, los estudiantes le respondieron con un sí unánime.

El profesor, rápidamente, añadió dos tazas de café al contenido del bote y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían. Cuando la risa se fue apagando, el profesor les dijo:

- Quiero que os fijéis que este bote representa la vida. Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que os apasionan.

Son cosas que, aunque perdiéramos el resto, y nada más nos quedase, éstas, vuestras vidas, aún estarían llenas. Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche..... La arena es el resto de las pequeñas cosas. Si primero pusiéramos la arena en el bote, no habría espacio para los perdigones, ni para las pelotas de golf.

Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes. Hay que prestar atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o tu afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa y para reparar la llave del agua.

Ocúpate primero de las pelotas de golf, de las cosas que realmente te importan. Establece tus prioridades, el resto solo es arena.

Uno de los estudiantes levantó la mano y le preguntó que representaba el café. El profesor sonrió y le dijo:

- ¡Me encanta que me hagas esta pregunta! El café es para demostrar que aunque tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para dos tazas de café con un amigo...


martes, 16 de octubre de 2012

La piedra



El distraído tropezó con ella.

El violento la utilizó como proyectil.


El emprendedor construyó con ella.


El campesino, cansado, la utilizó de asiento.

Para los niños, fue un juguete.

Drummond la poetizó.

David, con  una piedra, mató a Goliat.

Y Miguel Angel, sacó la más bella de las esculturas.


En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre...

No existe "piedra" en el camino que no podamos aprovechar para el propio crecimiento. 



domingo, 14 de octubre de 2012

El Sol y el Viento



El Sol y el Viento discutían sobre cuál de dos era más fuerte. La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. 

Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas utilizándolas contra él. 

- Vas a ver, dijo el Viento, como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus vestiduras. 

Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuanto más esfuerzos hacía, el hombre más oprimía su capa, gritando contra el viento, y seguía caminando. 
El viento, encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo, sino que se aferraba más a su capa. 

Comprendió al fin el Viento que no era posible arrancarle la capa.
Sonrió el Sol, y mostrándose entre dos nubes recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro. 

-Ya ves, le dijo el Sol al Viento, como con la bondad se consigue más que con la violencia. 

miércoles, 10 de octubre de 2012

El manantial de la vida




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Canta otra vez en mis oídos el arrullo dulce de tu tintineo de cristal, y devuélveme el aliento que se deslizó por entre mis dedos bajo las voces sordas de una multitud sin rostro y sombría. No permitas, te lo ruego, que la luz de mi mirada se apague en tu reflejo.
Tú y yo sabemos que tenemos que seguir cantando incansablemente nuestros himnos de esperanza. Tú, con el murmullo incesante de tus aguas; yo, con los rumores y alabanzas de mi alma enamorada.
Atrás quedará el desaliento de la mirada razonable y el mal sueño de los actores del olvido. Atrás las promesas ácidas de victoria sobre el dolor y la muerte que los tejedores de espejismos quisieron vendernos a las puertas de nuestro santuario.

Prométeme que no volverán a nublar la luz de mis ojos, que sus voces desafinadas no volverán a turbar mi amor y mi dicha de saberme vivo.
Y prométeme que, como el caballero del Grial, jamás perderé mi derecho de linaje como hijo de las estrellas, para susurrar una y otra vez hasta la eternidad las palabras que en la derrota musitara mi pecho desolado...
"Sólo me queda la esperanza..."
"Sólo me queda la esperanza...".

Extracto del libro: "El manantial de las miradas" de Grian.

viernes, 5 de octubre de 2012

El otoño de la naturaleza y el otoño de la vida





 Hablar del otoño es hablar de hojas muertas, de plantas sin flores, de cielos nublados, de árboles sin nidos, de anocheceres tempranos… Hablar del otoño de la vida, es también hablar de años pasados, de fuerzas limitadas, de añoranzas del pasado, de decadencia de la memoria…
Pero hablar de uno y de otro es, también, huir de los calores del verano, del fuego acalorado de la juventud, y de la monotonía de la adultez. Cada estación meteorológica, cada etapa de la vida, tiene su riqueza, su encanto, su momento.
El otoño sigue al verano, la tercera edad sigue a la madurez; el otoño precede y prepara el invierno, regando la tierra reseca con el agua beneficiosa que esponja el terreno y anuncia el buen tempero. La tercera edad, prepara también el tempero para recoger los frutos que a lo largo de la vida han ido germinando.
Se dice con frecuencia, que la vejez (llamémosla por su nombre) es un punto final, tras un párrafo más o menos corto. Pero yo diría más bien, que se trata de un punto y seguido. Porque la vida sigue, porque se vive mucho de recuerdos, de retazos de vida, de experiencias logradas en las múltiples batallas de etapas anteriores.
No es lo mismo la añoranza que el recuerdo. La añoranza paraliza, resta ilusión al presente, desconecta de la realidad. El recuerdo, por el contrario, espolea para superarse, alienta el caminar con serenidad, retiene lo agradable del pasado, estimula el presente.
La tercera edad, la vejez, es el fruto que germina en la primavera, que madura en el verano y que, al contrario de las estaciones, da el fruto maduro en el invierno de la vida. Es el tiempo de la recolección.
Llegar a esa etapa es una suerte, porque significa haber agotado todas las etapas de la vida. La vejez es el presente de algunos… y el futuro de todos.
Sófocles decía que  “los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo”. Y creo que no le falta razón, ya que son los que mejor la conocen, los que más la han vivido, y los que sienten que poco a poco se les escapa.
Y alguien ha dicho, y tampoco le falta razón, que: ”Todo el mundo quiere llegar a la vejez, pero a nadie le gusta que le llamen viejo”. Me pregunto por qué será. Y pienso que la tercera edad está tan aparcada en la sociedad, que nadie quiere vivir esa soledad. También es verdad que junto a muchas ventajas, están otras muchas desventajas o carencias en la vejez.
 Hay una frase de nuestro gran escritor, Pío Baroja, que dice: “Cuando uno se hace viejo, gusta más releer que leer”.
Quiere volver a gustar lo vivido, más que tener nuevas experiencias. Son tantas las experiencias acumuladas y tanto lo vivido, que no se